Nunca esperé nada de ti, porque las cosas no se esperan,
simplemente ocurren.
Nunca creí que pudiese decir para siempre, porque las
personas van y vienen, y es difícil encontrar a alguien que de un modo u otro,
quieres que siempre este ahí.
Nunca pensé que podría llegar a sentir lo que en este
momento siento. Pero lo que sí supe desde el principio es que me harías
derramar cientos de lágrimas.
Nunca quise quererte porque sabría que le pondrías un punto
y final a nuestra historia, porque era consciente de que algo lo acabaría
estropeando.
Nunca imaginé que levantarme contigo a mi lado fuese la
sensación más perfecta del mundo, ni que cada uno de tus abrazos fuesen algo
que no pudiese olvidar y aún menos echar tanto de menos.
No entendía que era lo que por ti sentía, y ahora, admito
que sigo sin entenderlo.
Quizás haya cosas que aún sin entender están ahí, porque
durante un tiempo hiciste que los días más amargos pasasen a ser los más felices.
Supiste como sacarme una sonrisa, me hiciste encontrarle a un beso el
significado más profundo, y sobre todo, conseguiste que me atreviese a decir
que hay cosas que si las cuidas, son para siempre.