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Nadie dijo que las cosas fueran fáciles en esta vida,
ni siquiera nos en enseñaron cual es el camino que debemos tomar.
Nadie dijo que el destino fuese una ilusión cierta,
ni siquiera a elegir qué rumbo tomar en nuestra vida.

Abre los ojos, que te mantienen en la absoluta penumbra,
pues nadie merece que derrames mas lagrimas por ella.
Puede que te suenen inciertas mis palabras,
pero cada una de ellas escrita aquí sale desde lo más profundo de mi alma.

Confianza y seguridad aportas desde el primer momento,
mientras poco a poco te clavas en el corazón de cualquiera.
Realidad y desilusión es lo que quiero que hoy veas,
que te muestren ellas mismas el camino hasta la decisión final.

Felicidad es lo que más que nadie te mereces,
que alguien te hable de un amor verdadero.
Ahí estaré yo, a tu lado, ante cada paso que des,
ante cada decisión que decidas tomar, no te abandonare.

No te dejare sola, pues me importas y me preocupas,
pues quiero ante todo enseñarte esta realidad que crees tan lejana.
Basta ya, de culparte por cada error cometido,
abre tu mente, déjame hablarte del mañana.

Ya que aunque no lo creas, es posible llorar de alegría,
y puedes hacer feliz a quien te lo propongas.
Se va la palabra amor, desaparece por el momento,
sufres, lloras por la agonía que sientes al despertar.

Nadie dijo que el amor fuese solo cosa de uno,
ni siquiera que sufrir formaba parte de nuestro mundo.
Nadie dijo que mirar hacia delante fuera fácil,
y menos para la persona más débil.

Pero si algo hemos aprendido mediante el dolor,
es a tomar las decisiones correctas en cada momento.
Aunque duelan, aunque sintamos que nos hemos equivocado,
aunque tú misma pienses que tu tiempo se ha agotado.

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