Ya ha pasado un año. Un año desde que te fuiste, desde que nos dejaste solos celebrando estos días tan “alegres”.
Todos creen que soy fuerte, que soy capaz como el resto de personas en un día como este, de celebrarlo como todos, de mantener tradiciones que me parecen absurdas.
Pues bien, a medida que los años pasan, me voy dando cuenta de lo débil que me vuelven estas fechas.
La alegría, se vuelve amarga, las sonrisas se convierten en lloros, pero aquí, no pasa nada.
Puede que sea yo misma la que aprecia como las navidades han terminado dando pena, a pesar de ver como cientos de familias lo celebran como “dios manda”. Pues bien, como en mi caso no es así, y a parte de rara soy una amargada, quiero pasarme estos días metida en la cama y tapada hasta arriba para no escuchar buenas palabras, o las canciones tan repetitivas que solo se escuchan estos días.
De verdad, no lo entiendo, ¿Que tiene de importante la navidad? ¿La falsedad? ¿Odiarse durante todo el año y en invierno poner buena cara a la hora de sentarse en la mesa con los demás?
Así despido el año, deseando que el materialismo y la mentira, queden de lado. Y como no, riéndome de los que creen que por salir una noche gastándose dinerales en ropa se van a comer el mundo.
No tengo ganas de nada.
“Que el tiempo pase rápido, por favor”
[Feliz Falsedad].
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